A medida que 2024 llega a su fin, reflexionamos sobre un año de avances significativos en los mercados de carbono, pero también sobre las brechas críticas que aún persisten.
Este año nos ha mostrado lo que es posible cuando la ambición se combina con la colaboración.
Hitos significativos en 2024:
- Cancelaciones de Créditos de Carbono Voluntarios: Este año se registraron 147 millones de créditos retirados, marcando un récord y señalando un creciente compromiso por parte de empresas y gobiernos para compensar emisiones.
- Resolución de la Decisión de Bakú sobre el Artículo 6.4: Por fin tenemos una dirección clara. La decisión ha esclarecido las reglas para el comercio de carbono bajo el Acuerdo de París, desbloqueando el potencial para una cooperación internacional a gran escala.
- Avances Técnicos de CORSIA: Se han logrado progresos clave para alinear la aviación con los objetivos climáticos globales, asegurando que este sector vital contribuya de manera efectiva a la reducción de emisiones.
- Emergencia de Nuevos Mercados de Carbono: Mercados subnacionales como Colima en México, que ahora se suma a Querétaro, y el continuo desarrollo del mercado chileno son indicadores prometedores de la descentralización y la expansión de mecanismos de financiamiento climático.
Estos logros nos recuerdan que los cimientos de un mercado global de carbono se están consolidando. Las cifras cuentan una historia convincente: la demanda de créditos voluntarios sigue creciendo, demostrando que el mundo está tomando acción.
Sin embargo, para quienes están en el terreno —comunidades, desarrolladores de proyectos y ejecutores— el progreso no es tan rápido ni equitativo como debería ser. El acceso al capital sigue siendo una barrera formidable, especialmente para los proyectos en el Sur Global. El costo del capital es a menudo prohibitivo, y los riesgos financieros asociados con la implementación de proyectos de carbono disuaden a muchos inversores de participar a gran escala.
Para desbloquear verdaderamente el potencial de los mercados de carbono, necesitamos mecanismos financieros flexibles para mitigar riesgos. Estas herramientas pueden reducir los riesgos de financiar proyectos críticos y llevar recursos tan necesarios a las regiones que más los necesitan. La falta de estos mecanismos obstaculiza la transición que necesitamos con urgencia y afecta de manera desproporcionada a quienes ya están en la primera línea de la crisis climática.
En esta época del año, mis pensamientos están con los actores clave: desarrolladores de proyectos, líderes comunitarios, sociedad civil y otros que trabajan incansablemente para convertir la ambición en realidad. Ellos son quienes construyen confianza dentro de las comunidades, actuando como puentes entre las políticas y la acción. Su resiliencia asegura que, incluso contra las adversidades, el progreso continúe.
Pero enfrentemos la verdad: aunque el progreso es visible, estamos lejos de donde necesitamos estar. Los debates sobre evitación versus remoción distraen del objetivo más grande de escalar el financiamiento climático y generar impacto. Es hora de superar estas divisiones y unirnos en torno a un objetivo compartido de cambio significativo y medible.
Al cerrar este año, resuenan profundamente las palabras del Secretario General de las Naciones Unidas, António Guterres: “El financiamiento climático no es caridad; es una inversión. La acción climática no es opcional; es una obligación.”
Debemos llevar esta mentalidad al 2025. No basta con reconocer las brechas; debemos trabajar juntos para cerrarlas. Esto significa crear sistemas financieros que apoyen y empoderen a los actores clave, asegurando que los recursos lleguen a quienes están en la primera línea de la acción climática. Significa hablar con una sola voz sobre la importancia del financiamiento de carbono y el impacto, en lugar de quedarnos atrapados en disputas menores o tecnicismos.
A medida que se acerca el 2025, comprometámonos a impulsar acciones que importen, asegurando que el progreso no se mida solo en créditos retirados o proyectos lanzados, sino en los impactos reales y tangibles que entreguemos para el planeta y su gente.
¡Que 2025 sea un año de progreso, unidad e impactos global!