NTN24
Jueves, 19 de septiembre de 2024
Jueves, 19 de septiembre de 2024
Arturo McFields Daniel Ortega

Policías profanando templos católicos jamás debe ser visto como algo normal: por Arturo McFields

Lea aquí la columna de opinión de Arturo McFields, exembajador de Nicaragua ante la OEA y miembro del Cuerpo de Paz de Noruega.

Hace tan solo una semana la Policía Nacional y las fuerzas especiales invadieron la ciudad de Masaya para evitar la procesión religiosa de San Jerónimo. Una vez más, hombres armados hasta los dientes, entraron a un templo católico para garantizar “la seguridad y el orden”. El régimen tiene pavor a las actividades masivas, especialmente a las que no controla y que no le rinden culto a su personalidad.

El asalto a templos católicos es un duro golpe a la fe y a la tradición popular de los nicaragüenses, sin embargo, lo que es realmente peligroso es ver que esta práctica ilegal intenta ser vista como una actividad normal dentro del esquema represivo que implementa Daniel Ortega y su flamante esposa Rosario Murillo

Este arrebato de los dictadores es totalmente ilegal. La Constitución Política de la República, la ley suprema, señala en su artículo 69 que “Todas las personas, individual o colectivamente, tienen derecho a manifestar sus creencias religiosas en privado o en público, mediante el culto, las prácticas y su enseñanza. Nadie puede eludir la observancia de las leyes, ni impedir a otros el ejercicio de sus derechos y el cumplimiento de sus deberes, invocando creencias o disposiciones religiosas”.

Por otra parte, la Declaración Universal de los Derechos Humanos señala en su artículo 18 que: “Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión; este derecho incluye la libertad de cambiar de religión o de creencia, así como la libertad de manifestar su religión o su creencia, individual y colectivamente, tanto en público como en privado, por la enseñanza, la práctica, el culto y la observancia”.

Sumado a estos dos grandes postulados del derecho nicaragüenses y el derecho internacional, existen cualquier cantidad de leyes y normativas subsidiarias que respaldan la libertad religiosa en Nicaragua. Todos esto es violentado y sacrificado en el altar de las ambiciones familiares de la dictadura, que ve en la iglesia una amenaza y en sus lideres a un adversario al que hay que erradicar a toda costa.

Sacerdotes acosados, encarcelados y exiliados

Ortega, quien lleva 15 años atornillado al poder, ha realizado más de 200 ataques a la iglesia católica. El inventario de abusos incluye la profanación de templos, el cierre de una docena de medios de comunicación, el asesinato de un manguillo de 15 años, el incendio de la imagen de la Sangre de Cristo, la expulsión de 18 monjas de la orden de Madre Teresa de Calcuta, la expulsión del Embajador del Papa Francisco, así como el encarcelamiento de un obispo y 7 sacerdotes. 

¿Qué dice el Papa Francisco?

El Papa Francisco, quien ha confesado tener una relación humana con el dictador Raúl Castro, se ha pronunciado muy poco y quizás muy tarde respecto a la pesada cruz que llevan sus hermanos en Nicaragua. En recientes mensajes enviados a cuentagotas, el sumo pontífice ha declarado su “preocupación y dolor” por lo que sucede en el país y ha informado que existe un diálogo con Ortega. Mientras esto ocurre, el régimen no ha cesado un solo día en su persecución religiosa y se niega a dar una prueba de vida del Obispo Rolando Álvarez, quien fue arrestado hace más de 40 días y cuyo paradero aún se desconoce.  

Un espejo para América Latina

La situación que vive Nicaragua duele y debería preocupar a más países de América Latina, en particular a aquellos que son liderados por presidentes populistas, que guardan silencio o miran a otro lado, cuando se trata de violaciones a los derechos humanos, aquellos presidentes que creen que hay dictadores buenos y dictadores malos. Bastaría con echar un vistazo a los recientes discursos de la 77 Asamblea General de Naciones Unidas y así saber quién es quién en nuestro hemisferio, identificando a los alegres defensores de las dictaduras de Cuba, Nicaragua y Venezuela para tomar nota y advertir que hay un peligro presente y otro peligro que aguarda en cada uno de estos países.

Los dictadores no nacen de la noche a la mañana

Los dictadores bananeros no nacen de la noche a la mañana y asesinan a 355 personas en un día cualquiera. No. Toda dictadura comienza con pequeños abusos cotidianos y pecados capitales en contra de las libertades más elementales de sus ciudadanos. Es por ello que en la América Latina de hoy no podemos acostumbrarnos a las arbitrariedades del poder, al manejo abusivo de los recursos del Estado, a las confiscaciones o a las censuras de prensa, porque al despertar de este sueño ya no serán solamente algunas tropelías presidenciales, sino que tendremos a un dictador hecho y derecho que envía a policías y tropas especiales a profanar templos y arrestar obispos. 

Por: Arturo McFields, exembajador de Nicaragua ante la OEA y miembro del Cuerpo de Paz de Noruega.


Programas


Ver más

Especiales

Ver más