Las calles de Cartagena están desiertas por el coronavirus
La palabra más repetida en las calles de Cartagena es “coronavirus”. Y es que no es para menos. Esta semana los concurridos restaurantes, bares y tiendas del casco histórico de la ciudad se han reducido a calles desoladas donde los vendedores ambulantes tratan de convencer a los pocos turistas que les compren algo, aunque sea un recuerdito.
“En el nombre de Dios que esto va a pasar rápido”, dice una palenquera con su vestido colorido y cesto de frutas en equilibrio sobre su cabeza. “Nosotros vivimos de esto, del turismo, y no hay turistas”, agrega con tristeza, pero coloca sus manos en gesto de oración y mira al cielo.
Donde en días anteriores podía hasta cobrar 15.000 pesos (unos 4 dólares) por tomarse una fotografía, ahora le dice a los escasos visitantes que le den “lo que Dios ponga en su corazón”. Prefiere llevarse a su casa 5.000 pesos que las manos vacías y la preocupación de que, al parecer, los próximos días serán peores para el comercio.
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La Policía local recorre en bicicleta las avenidas. Van por el medio de las calles, pues los cocheros con caballos desaparecieron. Solo algunos carros, sobre todo taxis, conducen por las calles a la espera de que alguien les pida una carrera.
“Abrimos porque ajá. Pero esto del coronavirus tiene a la gente con mucho miedo. No pueden estar más de veinte personas en un solo local. Ha sido duro el día”, cuenta una encargada de una tienda de souvenirs. La mujer, de cabello crespo y rubio, usa tapabocas y tiene un par de guantes quirúrgicos. Al lado de la caja registradora posa una botellita de alcohol etílico.
El muelle ya no está abarrotado de turistas: fue suspendido el servicio de lanchas que llevan a los visitantes a las playas aledañas a la capital del departamento de Bolívar. El Castillo de San Felipe también está cerrado y los museos echaron cerrojo.
Pese a la soledad y al silencio de estas calles cartageneras, algunos trataban de poner su mejor cara. Entre ellos un grupo de migrantes venezolanos que venden imanes de la ciudad; diademas de tela y ‘selfie sticks’. Seguían recorriendo la ciudad amurallada en búsqueda de compradores. Relataron que a pesar de la caída tan drástica de turistas al menos pudieron vender algo durante las horas de la mañana.
“Con lo que aquí vendemos vivimos y enviamos a Venezuela”, explicó la mujer. “Estoy preocupada por mi familia allá. Eso del coronavirus tiene a todos angustiados. Acá en Colombia por lo menos uno puede comprarse una pastilla, ¿pero allá?”.
Siguieron realizando su trabajo, y alertaban a sus otros compañeros que a las 6:00pm entraría en vigencia un toque de queda en toda la ciudad. “Nos toca irnos temprano. Yo me quedo un poquito más y me voy. No puede haber nadie en las calles”, dijo un joven venezolano de unos 18 años.
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A golpe de las cuatro de la tarde los pocos negocios que quedaban abiertos comenzaron a cerrar sus puertas. No tenía sentido permanecer más tiempo allí si las ventas eran tan escasas. Libreros, chicheros, vendedores de frutas y revendedores de paquetes turísticos dieron por terminada la jornada y se fueron a sus casas con algunos pocos pesos en el bolsillo.
Colombia, al cierre de esta publicación, ya contaba con 93 casos confirmados de coronavirus. Cartagena reportó cinco casos.
“Que esto del coronavirus pase rápido. Aquí en Cartagena ese virus se quema con el sol”, dijo un taxista también afectado por la falta de clientes.
Jhon Lindarte / ntn24.1eye.us