¿Qué pasaría en caso de que el papa renuncie a su cargo o muera? Este es el protocolo del Vaticano

El Papa Francisco cumple una semana de hospitalización en medio de las dudas y la incertidumbre de sus seguidores sobre el futuro de su papado.
El jesuita fue ingresado el pasado 14 de febrero al hospital Gemelli de Roma con dificultades respiratorias y le diagnosticaron "una neumonía bilateral".
Aunque ha presentado una pequeña mejora en su salud en los últimos días, su condición sigue siendo "compleja", lo que ha empezado a generar rumores sobre un eventual fin de su periodo como sumo pontífice.
Esto ha quedado en evidencia con las declaraciones de algunos cardenales que, aunque creen en la "lucidez" del papa, no descartan una renuncia por su parte.
El cardenal italiano Gianfranco Ravasi dijo este viernes que no descartaba la opción de una dimisión, así como lo hizo el papa Benedicto XVI, que dejó el trono de San Pedro en 2013.
"El propio Francisco ha dicho que ya había firmado una carta de renuncia al inicio de su pontificado", afirmó.
El cardenal francés Jean-Marc Aveline, a su vez, se mostró abierto a la posibilidad: "Si considera que es lo mejor para el bien de la Iglesia, lo hará", dijo.
Esto ha puesto sobre la mesa uno de los eventos más importantes en la historia del mundo, la despedida de un pontífice y la elección de su sucesor, un hecho que acapara la atención de cientos de millones de personas y que sigue una tradición tan antigua como estricta.
La renuncia en la Iglesia Católica:
La renuncia de un papa es un evento casi único, el último en hacerlo fue Benedicto XVI y marcó un hito al ejercer una medida que llevaba casi 600 años sin ejecutarse.
“Tras haber examinado repetidamente mi conciencia ante Dios, he llegado a la certeza de que mis fuerzas, dada mi avanzada edad, ya no se corresponden con las de un adecuado ejercicio del ministerio petrino. (...) Por esta razón, y muy consciente de la gravedad de este acto, con plena libertad declaro que renuncio al ministerio de obispo de Roma, sucesor de san Pedro. (…) Queridos hermanos, les agradezco muy sinceramente todo el amor y el trabajo con el que me apoyaron en mi ministerio y les pido perdón por todos mis defectos”, dijo el 11 de febrero de 2013 Joseph Ratzinger.
Las historia de renuncias en la Iglesia Católica es sumamente pequeña, además de Benedicto, solo cinco han dando un paso al costado: Clemente I en el año 97; Ponciano en 235, Benedicto IX en 1045, Celestino V en 1294, y Gregorio XII en 1415.
Esto está totalmente permitido por la Iglesia, pues el artículo 1 del Código de Derecho Canónico señala que "El que se halla en su sano juicio puede, con causa justa, renunciar a un oficio eclesiástico".
"Para que valga la renuncia, requiérase o no su aceptación, ha de presentarse, por escrito o de palabra ante dos testigos, a la autoridad a quien corresponde conferir el oficio de que se trate", esto, en parte ya lo cumplió el papa Francisco, pues en 2022 firmó su carta de renuncia para un futuro.
La muerte de un papa:
El último papa que falleció en ejercicio fue el polaco Karol Józef Wojtyła, conocido mundialmente como Juan Pablo II, que dejó el plano terrenal el 2 de abril de 2005 a las 9:37 p.m. en la víspera del Domingo de la Misericordia.
El pontífice, ahora santo, fue despedido por 75 jefes de Estado, presidentes y líderes mundiales, además de cientos de miles de feligreses que asistieron al Vaticano para darle el último adiós.
Este suceso, uno de los más sentidos para los católicos, abre un inmediato protocolo que la Iglesia respeta y sigue con rigurosidad desde hace años.
¿Qué pasaría en caso de que el papa renuncie a su cargo o muera? Este es el protocolo del Vaticano
Con total obligación y en un proceso estricto, la muerte de un Papa primero debe ser confirmada por el médico oficial de la Santa Sede, además, el camarlengo (cardenal de alto cargo con prominentes responsabilidades en el Vaticano) tiene constatarlo de manera oficial.
El camarlengo actual, el cardenal Kevin Farrell, en caso de que el papa Francisco muera, por tradición deberá llamarlo por su nombre de bautizo tres veces y, al no recibir respuesta, declara la muerte y la Santa Sede comunicará el fallecimiento oficial.
Posteriormente, su anillo, uno de sus accesorios más preciados, conocido como anillo de pescador, debe ser destruido como un símbolo de que su reinado ha llegado a su fin, además, este anillo es usado para firmar documentos oficiales, por lo que debe quedar deshabilitado.
Luego de esto, al retirar el cuerpo del papa fallecido, el apartamento papal será vaciado y sellado con una cintas enlazadas con un sello oficial de cera que es terminado con el logo vaticano (dos llaves cruzadas, una dorada y otra plateada, unidas por un cordón y coronadas por la tiara papa).
Debido a que en el Vaticano no existe una figura forma de "segundo al mando", el mando provisional de la Iglesia Católica recae sobre el Colegio de Cardenales que centrará en preparar el cónclave que designará al sucesor.
Esta reunión de cardenales, sumamente importante para el futuro de la Iglesia, se convoca después de 15 o 20 días tras de la comunicación oficial de la renuncia o muerte del papa.
El camarlengo, por su parte, será el encargado administrar los bienes y derechos de la Iglesia.
El cónclave:
El cónclave es el evento más importante para la elección de un nuevo papa, es una reunión compuesta por los cardenales electores de todo el mundo menores de 80 años, que se encierran bajo llave en la Capilla Sixtina para votar, con papel y urna, el nombre del siguiente pontífice.
El nuevo papa es elegido cuando supere a los demás en la votación por una mayoría de al menos dos tercios.
El cónclave es tan estricto que los cardenales tienen totalmente prohibido cualquier tipo de contacto con el mundo exterior.
Cuando se haya escogido al nuevo líder espiritual de la Iglesia Católica, una fumata blanca asomará por la chimenea de la Capilla Sixtina para avisarle al mundo que ya hubo elección, de lo contrario, cada jornada saldrá por allí mismo humo de color negro.
Finalmente, se anuncia al mundo que hay un papa nuevo con la frase en latín "habemus papam", para posteriormente darle paso al nuevo líder que se asomará por un balcón de la Basílica de San Pedro para saludar a miles de fieles en la plaza que lleva el mismo nombre.