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Domingo, 22 de diciembre de 2024
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Divina Pastora

Testimonio de fe: joven esgrimista que sufrió un derrame cerebral cuenta el momento en que agradeció a la Divina Pastora por el favor concedido

María Verónica Colmenares, esgrimista profesional, cuenta su historia de fe con la virgen de la Divina Pastora.

‘Virgencita, estoy aquí caminando. Estoy caminando sin ayuda de un bastón y pese a que muchos doctores no me dieron esperanza de vida”. Con esta frase María Verónica Colmenares dió gracias a la virgen de la Divina Pastora tras reencontrarse con ella luego de sobrevivir de un derrame cerebral que casi le arrebata la vida. Su historia, una historia de fe, es un testimonio que refleja cómo la esperanza en Dios hace que las personas se levanten de las situaciones más adversas. 

Justamente la adversidad no distingue entra raza, sexo, nacionalidad o creencias y a María Verónica, quien estaba cursando una carrera universitaria y era una esgrimista de alto rendimiento, le tocó vivirla un 8 de octubre de 2014, cuando sin incidentes previos sufriera un desmayo y perdiera el conocimiento. 

El diagnóstico fue muy poco alentador: sufrió una hemorragia en la fosa posterior del cerebro causada por una malformación congénita. Fue operada de urgencia y los siguientes 45 días los pasó en coma. Durante ese período de tiempo fue sometida a otras seis intervenciones y se le detectó una infección urinaria y una meningitis.

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Para entonces Colmenares tenía 21 años de edad y dado su buen desempeño deportivo se estaba convirtiendo en una muy fuerte candidata para representar a Venezuela en los Juegos Olímpicos de Río 2016. Antes había ganado en los Juegos Sudamericanos, Juegos Panamericanos y Juegos Centroamericanos y del Caribe. 

“Para mí fue un choque muy duro enfrentarme a esta nueva realidad, pero lo tuve que aceptar. Tuve que aprender a gatear, caminar, hablar. Estuve muchos meses sin poder hablar, tuve que aprender a comer, a escribir que todavía lo estoy haciendo, todavía no troto ni brinco. Fue fuerte salir inmovil, ver a otros jóvenes que hacían cosas que yo no podía. Yo no comprendía y me preguntaba ‘¿por qué a mí?’, pero esa pregunta no debe existir, ahora uno se debe preguntar ‘¿para qué a mí?’ y veo un propósito en todo esto”, cuenta ahora María Veronica, quien reside en Granada, España, junto a su familia. 

Una promesa cumplida 

Mientras María Verónica se encontraba hospitalizada el deterioro físico fue abrupto: adelgazó aceleradamente e incluso perdió el cabello. Su padre, Juan de Jesús Colmenares, ante la crítica situación de su hija decidió poner sus esperanzas en la medicina y también en la virgen de la Divina Pastora, patrona de los larenses. Día a día el señor Colmenares caminaba desde la clínica en Barquisimeto hasta la iglesia de Santa Rosa, donde se encuentra la imagen de la virgen. Allí, con fervor, pedía por la recuperación de su hija e hizo una promesa: que si la virgen la ayudaba a sanarse ella misma en persona llegaría hasta su presencia para agradecerle por el favor recibido. 

“Cuando salí de la clínica salí super delgada, paralizada, inmovil. La mitad derecha de mi cuerpo estaba paralizada. Salí en silla de ruedas, luego con bastón, luego en andaderas y ahorita, gracias a Dios, estoy sin ayuda mecánica. El bastón lo dejé un 14 de enero del año 2017, día de la Divina Pastora, yo le pedí a la virgen que por favor me ayudara a caminar sin ayuda, sin el bastón. A mí me molestaba mucho el bastón. Yo no me explicaba cómo yo, siendo tan joven, tenía que usar bastón. Cuando ya dejé todas las ayudas mecánicas, con mi papá y toda mi familia y parte de mis amigos, pude caminar como un kilómetro y medio para Santa Rosa a pagar esa promesa que había hecho mi papá y pasar por el arco de Santa Rosa y saludar a la virgen y decirle ‘virgencita, estoy aquí caminando, estoy caminando sin ayuda de nada’, eso fue maravilloso porque muchos doctores ni siquiera me daban la esperanza de salir con vida o con una alta calidad de vida. Caminar hasta la virgen fue lo máximo”, cuenta María Verónica. 

Una de las experiencias que recuerda vívidamente María Verónica en su visita a la Divina Pastora fue haber comido palomitas de maíz, algo que para muchos puede significar un acto corriente y básico para ella representó un momento especial: volver a sentir el sabor de los alimentos, sentirse viva: “yo las llamo ‘las cotufas de la Divina Pastora’ porque para mí son de ella, no hay otras que se le parezcan. Volver a comer, sentir ese sabor de las cotufas fue grandioso. Yo quería comer eso, aunque había muchas otras cosas, yo quería comer eso porque me evocaba mucho a la virgen”.

“Cuando la vi le di gracias por permitirme ir hasta allá a verla, le di las gracias personalmente. Lloré mucho al verla porque no me esperaba ese momento, no lo tenía preciso porque no sabía cuándo iba a poder ir a verla. Ese momento, junto a toda mi familia, fue grandioso. Mi familia, más que pedirle, le agradeció porque yo pude cumplir esa promesa junto a ellos”, agrega. 

Fe perdida y recuperada 

María Verónica, ahora de 27 años, cuenta que cuando se despertó en el hospital su fe se desvaneció. “Al principio yo no comprendía el propósito de esto. Estaba muy molesta y peleaba muchísimo con Dios, no quería saber nada de Dios ni de la virgen. Estaba en una pelea muy fuerte con ellos. Gracias a un libro del padre Lineros ‘Señor, sáname’, lo leí completo y me hizo cambiar la perspectiva hacia Dios. Antes yo creía mucho en Dios, pero a raíz del accidente ya no, y ese libro me volvió a conectar con Dios”. 

“Ahora entiendo que el propósito de todo esto fue darme cuenta que somos seres humanos, frágiles ante Dios. Dios me eligió a mí como su protagonista, me eligió para llevar su testimonio de fe, para admirar y apreciar cada detalle: poder ver, oler, hablar, respirar. Esas son cosas que hemos perdido y que en estos momentos toman mucha importancia. Agradecer cada vez que nos despertamos, que estamos vivos y respiramos. Que estamos con nuestra familia. Eso es lo más preciado. Hay personas que están centradas en un celular, un carro, en cosas materiales, cuando lo importante es respirar, ver, sentir. ¿De qué vale tener un carro si no podemos respirar?”. 

Una oración por Venezuela 

En conversación con NTN24 María Verónica cuenta que hoy, 14 de enero de 2021, día de la virgen de la Divina Pastora, se despertó con música tradicional de la madre de Dios. Rezó el rosario en familia y pidió salud a la virgen. Entre sus plegarias está Venezuela, su país, por el cual pidió mejores días: “le pido a la virgencita que nos de mucha vida y salud. Que cese ya la pandemia que es un momento muy fuerte, pero que Dios sin duda nos ha puesto a prueba a todos. En Venezuela le pido a la virgen que nos de la libertad que tanto anhelamos, la prosperidad que tanto desea y requiere Venezuela. Y por supuesto, juntarnos otra vez con nuestros familiares. Muchas personas están distante de sus seres queridos y anhelan el día en que nos volvamos a reencontrar todos”.

María Verónica tiene un site en Internet en el que cuenta sus experiencias: lapedanadelavida.com

Su Instagram es: @lapedanadelavida

Redacción NTN24 / Jhon Lindarte

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