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Arturo McFieldsArturo McFields

La máxima presión sobre el dictador de Venezuela es la única vía

Aunque las voces “pragmáticas” urgen a levantar sanciones y cohabitar con el tirano, un mal acuerdo ahora no elimina la crisis, únicamente la posterga y la empeora.

El régimen de Venezuela está llegando al millón de barriles de petróleo diarios y disfruta la infame licencia 41 que garantiza operaciones a Chevron. Pese a esto, Maduro no logra el respaldo popular, la oposición sigue firme y el mundo lo percibe más ilegítimo que nunca.

Petroleras, tankers y lobistas a favor del tirano. Maduro está en una agresiva campaña desde Washington a Mar a Lago. Quiere seducir a Trump. Argumenta que “Drill baby drill” en Venezuela es rentable, frena la migración y da un portazo a China, Rusia e Irán.

La división sobre Venezuela es grande. No solo en el tema petrolero, sino también en política migratoria. En el equipo Trump algunos apuestan por deportarlos a todos y otros llaman a examinar casos excepcionales y asilos legítimos que son asunto de vida o muerte.

Trump todavía no ha tomado una decisión definitiva. Aunque las petroleras hacen presión, los republicanos de Florida le recuerdan que Maduro es un tirano y un narcotraficante. Sacrificar la democracia por petróleo no es una historia con final feliz.

Maduro de rodillas ante Trump. El régimen ofrece los aviones de la sancionada Conviasa para traer a miles de migrantes indocumentados “tax free”. Un servilismo brutal, asqueroso pero efectivo, que apela a congraciarse con Trump en un tema prioritario.

Maduro es un enemigo de la humanidad. El Secretario de Estado, Marco Rubio, lo tiene claro: el régimen de Maduro tortura, asesina y obliga al exilio a 8 millones de ciudadanos. Es un socio nefasto del terrorismo de Irán, Hezbolá y Hamás. Imperdonable.

Venezuela es el país con más presos políticos de América Latina. Hasta enero de 2025 Venezuela tenía 1,687 presos políticos, seguido por Cuba con 1,150, Bolivia 300 y Nicaragua 47. Todos los detenidos son inocentes y enfrentan juicios espurios.

Las amistades peligrosas de Maduro. El Almirante Alvin Holsey, Jefe del Comando Sur de Estados Unidos, recordó ante el Senado que existen preocupaciones reales sobre la creciente influencia de Irán y Hezbollah sobre el régimen chavista.

La democracia venezolana no vale la pena venderla a precio de petróleo. La congresista republicana María Elvira Salazar lo ha dicho fuerte y claro, si no se presiona a Maduro para que abandone el poder, volverá con más fuerza para atormentar al pueblo.

El relajamiento de sanciones debe parar. Los dos años de relajamiento de sanciones y la continuidad de la licencia de la OFAC, han oxigenado al tirano facilitando millones de dólares para ofrecer prebendas a militares, matones y maduristas.

La presión da resultados. Entre 2018 y 2022, se implementó una política de máxima presión sobre Maduro. El dictador no se desplomó, pero se vio obligado a comenzar un proceso de diálogo que llevaría más tarde una aplastante derrota electoral.

El Cartel de los Soles debe ser incluido en la lista de organizaciones terroristas. Esto no debe ser negociado, ni otorgado como una ofrenda de paz. La medida cerraría las puertas a la dictadura para muchos negocios sucios como tráfico de drogas, oro de sangre, contrabando de petróleo y muchos más.

No es tiempo de recular. Aunque las voces “pragmáticas” urgen a levantar sanciones y cohabitar con el tirano, la verdad es que las dictaduras solo entienden con presión y punición. Un mal acuerdo ahora no elimina la crisis, únicamente la posterga y la empeora.

Hoy más que nunca se requiere máxima presión contra el tirano y mayor apoyo internacional a quienes luchan desde adentro por la libertad de Venezuela. El pueblo ya hizo su parte, toca a la comunidad internacional hacer lo propio. No es tiempo de tirar la toalla.


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