¿Cómo valorar el primer año de Boric y cuál es el rol que aspira a consolidar con Washington?
Hace más de un año que Chile escogió el cambio generacional que representaba Gabriel Boric, un joven candidato que, de manera casi inesperada, llegó a la presidencia representando una nueva forma de hacer política y de comunicar.
Su victoria fue vista como la llegada al poder de una nueva generación de políticos chilenos, con nuevas ideas y personas que veían y enfrentaban los temas del siglo XXI con otras prioridades, soluciones y maneras, pero esas mismas bondades tras más de un año en el Palacio de la Moneda, son ahora vistas como un problema por la falta de experiencia en una gestión de gobierno que no logra avanzar su propia agenda.
No es sólo un problema del Ejecutivo. En Chile, la política se ha atomizado, la polarización ha aumentado y los problemas con causas externas como la seguridad han aumentado.
La llegada de Boric, en el contexto latinoamericano, se enmarcó en una marea rosada como la denominan los politólogos: “el cambio de la mayoría de los gobiernos de los países a opciones de izquierda o centroizquierda”.
En ese contexto, Boric ha logrado tener una voz propia, no seguidista, que desde la socialdemocracia ha tenido la claridad de criticar los excesos antidemocráticos de regímenes como los de Nicaragua, Venezuela o Cuba; algo lógico, tal vez, pero que no abunda en esos gobiernos alineados en lo ideológico.
Y también en su relación con Estados Unidos, Chile ha construido una relación sólida, profundizando la confianza entre dos socios no siempre coincidentes, pero que cooperan en la búsqueda de intereses comunes.
¿Cómo valorar este primer año de Gabriel Boric y cuál es el rol que aspira a consolidar en la región particularmente con Washington?
Para hablar sobre este tema Juan Gabriel Valdés, embajador de Chile en Estados Unidos, conversó con el programa Cuestión de Poder.
