Novena de Navidad 2023: Oración para el cuarto día
Desde este 16 de diciembre, las familias se reúnen para rezar la tradicional Novena de Navidad o Novena de Aguinaldos, una costumbre católica que se le atribuye al fraile ecuatoriano Fernando de Jesús Larrea, nacido en Quito en 1700.
Novena de Navidad con información tomada de la Conferencia Episcopal de Colombia.
Oración para todos los días
Benignísimo Dios de infinita caridad, que nos has amado tanto y que nos diste en tu hijo la mejor prenda de tu amor, para que hecho hombre en las entrañas de una virgen naciese en un pesebre para nuestra salud y remedio. Yo en nombre de todos los mortales te doy infinitas gracias por tan soberano beneficio.
En retorno de él te ofrezco la pobreza, humildad y demás virtudes de tu hijo humanado, y te suplico por sus divinos méritos, por las incomodidades en que nació y por las tiernas lágrimas que derramó en el pesebre, dispongas nuestros corazones con humildad profunda, con amor encendido y con tal desprecio de todo lo terreno, que Jesús recién nacido, tenga en ellos su cuna y more eternamente. Amén.
Oración a la santísima Virgen María
Soberana María que por tus grandes virtudes y especialmente por tu humildad, mereciste que todo un Dios te escogiera para madre suya. Te suplico que tu misma prepares y dispongas de mi alma y de la de todos los que en este tiempo hagan esta novena, para el nacimiento de tu adorable Hijo.
¡Oh dulcísima madre! comunícame algo del profundo recogimiento y divina ternura con que le agradaste tu para que nos hagas menos indignos de verle, amarle y adorarle por toda la eternidad. Amén.
Oración a San José
¡Oh Santísimo José! Esposo de María y padre putativo de Jesús. Infinitas gracias doy a Dios porque te escogió para tan altos ministerios y te adornó con todos los dones proporcionados a tan excelente grandeza. Te ruego por el amor que le tuviste al divino niño, me abraces en fervorosos deseos de verle y recibirle sacramentalmente mientras en su divina esencia le veo y le gozo en el cielo. Amén.
Oración al Niño Jesús
Acuérdate ¡Oh dulcísimo Niño Jesús! que dijiste a la venerable Margarita del Santísimo Sacramento, y en persona suya a todos tus devotos, estas palabras tan consoladoras para nuestra pobre humanidad agobiada y doliente: "Todo lo que quieras pedir, pídelo por los méritos de mi infancia, y nada te será negado".
Llenos de confianza en Ti ¡Oh Jesús, que eres la misma verdad! venimos a exponerte toda nuestra miseria. Ayúdanos a llevar una vida santa, para conseguir una eternidad bienaventurada.
Concédenos, por los méritos infinitos de tu Encarnación y de tu infancia, la gracia, de la cual necesitamos tanto. Nos entregamos a ti ¡Oh Niño omnipotente! seguros de que no quedará frustrada nuestra esperanza, y de que, en virtud de tu divina promesa, acogerás y despacharás favorablemente nuestra súplica. Amén.
Consideraciones
Cuarto día
Desde el seno de su Madre comenzó el Niño Jesús a poner en práctica su eterna sumisión a Dios, que continuó sin la menor interrupción durante toda su vida. Adoraba a su Eterno Padre, le amaba, se sometía a su voluntad; aceptaba con resignación toda su debilidad, toda su humillación, todas sus incomodidades.
¿Quién de nosotros quisiera retroceder a un estado semejante con el pleno goce de la razón y de la reflexión? Por ahí entró el Divino Niño en su dolorosa y humillante carrera; así empezó a anonadarse delante de su Padre; a enseñarnos lo que Dios merece por parte de su criatura; a expiar nuestro orgullo, origen de todos nuestros pecados.
¿Deseamos hacer una verdadera oración? Empecemos por formarnos de ella una exacta idea, contemplado al Niño en el seno de su Madre. El Divino Niño ora y ora del modo más excelente. No habla, no medita, ni se deshace en tiernos efectos. Su mismo estado, lo acepta con la intención de honrar a Dios, en su oración y en ese estado expresa altamente todo lo que Dios merece, y de qué modo quiere ser adorado por nosotros.
Unámonos a las adoraciones del Niño Dios en el seno de María; unámonos a su profundo abatimiento, y sea éste el primer efecto de nuestro sacrificio a Dios. Desaparezcamos a nuestros propios ojos, y que Dios sea todo para nosotros.
Gozos
• Dulce Jesús mío, mi Niño adorado ven a nuestras almas ven, no tardes tanto.
• Oh Sapiencia suma del Dios soberano, que a infantil alcance te rebajas sacro. Oh divino Niño, ven para enseñarnos la prudencia que hace verdaderos sabios.
• Oh, Adonaí potente que a Moisés hablando de Israel al pueblo diste los mandatos. Ah, ven prontamente para rescatarnos y que un niño débil muestre fuerte brazo.
• Oh raíz sagrada de Jesé que en lo alto presentas al orbe tu fragante nardo. Dulcísimo Niño que has sido llamado lirio de los valles, bella flor del campo.
• Llave de David que abre al desterrado, las cerradas puertas del regio palacio. Sácanos, oh Niño, con tu blanca mano, de la cárcel triste que labró el pecado.
• Oh lumbre de oriente, Sol de eternos rayos que, entre las tinieblas, tu esplendor veamos. Niño tan precioso, dicha del cristiano, luzca la sonrisa de tus dulces labios.
• Espejo sin mancha, Santo de los santos, sin igual imagen del Dios soberano. Borra nuestras culpas, salva al desterrado y en forma de niño da al mísero, amparo.
• Rey de las naciones, Emmanuel preclaro, de Israel anhelo, Pastor del rebaño. Niño que apacientas, con suave cayado, ya la oveja arisca, ya el cordero manso.
• Ábranse los cielos y llueva de lo alto, bienhechor rocío como riego santo. Ven, hermoso Niño, ven, Dios humanado. luce, hermosa estrella, brota flor del campo.
• Ven, que ya María, previene sus brazos, do su Niño vean en tiempo cercano. Ven, que ya José, con anhelo sacro, se dispone a hacerse de tu amor sagrario.
• Del débil auxilio, del doliente amparo, consuelo del triste, luz del desterrado. Vida de mi vida, mi dueño adorado, mi constante amigo, mi divino hermano.
• Véanse mis ojos, de ti enamorados. Bese ya tus plantas. Bese ya tus manos. Prosternado en tierra te tiendo los brazos, y aún más que mis frases, te dice mi llanto.
• Ven, Salvador nuestro, por quien suspiramos; ven a nuestras almas. Ven, no tardes tanto.
Canción para repetir: Ven, ven ven, ven a nuestras almas Jesús, ven ven, ven ven. Ven a nuestras almas, Jesús, ven ven a nuestras almas. No tardes tanto, no tardes tanto, Jesús ven ven ¡Ven ven!